Espectros y Fantasmas

Después de haber dicho a su confesor que había hecho un pacto con Satán, Clara Germana Cele empezó a comportarse extrañamente, hasta que el 20 de agosto de 1906 alarmó a las hermanas que la tenían a su cargo

Cuando Clara Germana Cele tenía 16 años hizo un pacto con Satán, o al menos eso le dijo a su confesor, el padre Erasmus Hörner, en la escuela misionera a la que había asistido desde que tenía cuatro años. En las semanas que siguieron a su confesión, Germana empezó a comportarse extrañamente, y el 20 de agosto de 1906 alarmó a las hermanas que la tenia a su cargo al desgarrarse los vestidos, romper una de las columnas de su cama, gruñir como un animal y conversar con seres invisibles. En un momento de lucidez, dejo: “Por favor, hermana, llame al padre Erasmus. Tengo que confesarme y decirlo todo. Pero dese prisa o Satán me matará. ¡Me tiene en su poder! No llevo nada bendecido, he tirado todas las medallas que usted me dio.” Ese mismo día, más tarde, volvió a decir: “Me has traicionado. Me habías prometido días de gloria, pero ahora me tratas cruelmente.”

Hasta que no empezaron estos arrebatos, los sacerdotes y las monjas de la escuela misionera de la Orden de Marianhill en Umzinto, a unos ochenta kilómetros al sur de Durban (África del Sur), habían considerado a Germana una joven normal y saludable, aunque un tanto excéntrica. A medida que empeoraba su estado, Germana empezó a mostrar los síntomas por los que la Iglesia católica identifica los casos de posesión demoniaca. Por ejemplo, el agua bendita la quemaba cuando la rociaban con ella o se la daban a beber, pero cuando la rociaban con agua común y corriente con que habían llenado a escondidas la pila, simplemente se reía. Daba grandes quejidos cuando le acercaban una cruz, y podía descubrir la presencia de un objeto religioso, aunque hubiera sido envuelto a conciencia o escondido de cualquier otro modo.

Empezó a manifestarse también en Germana una clarividencia de mayor alcance. Podía describir los detalles cotidianos del viaje de un clérigo desde África hasta Roma, incluidas las direcciones de los lugares donde paraba a lo largo del camino, y, para avergonzar a una joven que se burló de ella, reveló detalles escandalosos de su vida privada, con fechas ocasiones y nombres.

Entre las manifestaciones físicas de Germana su confesor citó numerosos casos de levitación:

Germana flotaba a menudo hasta a metro y medio del suelo, unas veces verticalmente, con los pies hacia abajo, y otras horizontalmente, con el cuerpo flotando sobre su cama. Permanecía en una postura rígida, y ni siquiera la ropa le caía hacia abajo, como si hubiera sido normal; por el contrario, sus vestidos seguían pegados a su cuerpo y sus piernas. Si la rociaban con agua bendita, descendía inmediatamente, y su ropa caía suelta sobre la cama. Este fenómeno tuvo lugar en presencia de testigos, incluidos extraños. Aun en la iglesia, donde todos podían verla, flotaba por encima de su asiento. Algunos trataban de hacerla bajar a la fuerza, jalándola de los pies, pero era imposible.

Otra curiosa propiedad física que asombraba a los sacerdotes y monjas presentes era su capacidad para transformarse en un ser con aspecto de serpiente. Todo su cuerpo se volvía tan flexible como el hule, y se retorcía por el suelo. A veces su cuello parecía alargarse, aumentando así la impresión como de serpiente que daba. En una ocasión, mientras la estaban sujetando, se tiro como un rayo a una monja arrodillada frente a ella y la mordió del brazo. La herida mostraba señales de los dientes de Germana y una pequeña punción roja semejante a la mordedura de una serpiente.

El 10 de septiembre de 1906 se concedió el permiso para el exorcismo de Germana, que llevaría a cabo el padre Erasmus, su confesor, y el padre Mansuet, rector de la misión. Los ritos comenzaron por la mañana, y duraron hasta mediodía, se iniciaron de nuevo a las 3 y prosiguieron hasta bien entrada la noche. A la mañana siguiente empezaron a las 8 y duraron hasta las 10. Bajo la intensa presión de los dos exorcistas, el demonio dijo que indicaría su marcha mediante un acto de levitación, lo que ocurrió ante 170 testigos en la capilla de la misión. Después se rezaron oraciones de acción de gracias.

En enero de 1907 en ausencia del padre Erasmus, Germana sufrió una recaída e hizo un nuevo pacto con el Diablo. El 24 de abril comenzó un nuevo exorcismo. Duró dos días y tuvo éxito. La marcha definitiva del Demonio quedó señalada por un olor de una fetidez incomparable.

Fuentes

Martin Ebon, Demon Children

Adolf Rodewyk, Possessed by Satan

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