Espectros y Fantasmas

Luis, hijo de Napoleón III, fue muerto en combate en África del Sur. Su madre contó mas tarde como su perfume favorito la había guiado por entre la espesa selva hasta su tumba perdida.

Tras la desastrosa guerra franco-prusiana de 1870, la reina Victoria dio asilo en Inglaterra al emperador Napoleón III, la emperatriz Eugenia y su hijo Luis. Luis fue leal a su país de adopción y se incorporó a un regimiento británico que iba a combatir en África del Sur. En 1879 el Príncipe fue muerto en una batalla con los zulúes y enterrado precipitadamente en la selva.

Muerte del príncipe Luis

Eugenia se mostró inflexible en su deseo de que el cuerpo de Luis volviera a Inglaterra y fuese enterrado en el panteón familiar, junto a su padre. En 1880 se fue a África con dos acompañantes para buscar la sepultura del Príncipe, y contrato guías zulúes para que la ayudasen a buscarla.

Pero la selva crece muy deprisa y no hubo modo de encontrar la tumba. Sus amigos, temiendo por su salud, le decían que abandonase aquella misión, al parecer imposible, pero ella se empeñó en continuar.

Una mañana se adentró en la selva gritando: “Par ici! C’est la route!” (“¡Por aquí!¡Éste es el camino!”). los incrédulos acompañantes la siguieron mientras corría por la espesura, sobre piedras y troncos caídos y por entre hierbas tan altas como su cabeza, como por un camino despejado, hasta que llegó a una piedra tan rodeada de maleza que quedaba completamente oculta. Era la tumba del príncipe Luis.

Emperatríz Eugenia

A sus asombrados compañeros les dijo que la había guiado el olor a violetas. A Luis le encantaba ese olor y siempre lo usaba. Ella siguió el olor a violetas hasta que se disipó, y así llego a su tumba.

Fuente

Raymond Lamont Brown, Phantom Soldiers, 1975

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