Naturaleza

Unas formaciones inusuales en la isla de Nueva Caledonia en el Pacífico contienen un misterio aún mayor en su interior.

La isla de Nueva Caledonia, en el Pacífico, está aproximadamente a 1600 kilómetros al sureste de Nueva Guinea y a unos 1200 de la costa oriental de Australia. A unos 65 kilómetros de su extremo meridional se halla la isla de los Pinos, en la que hay unos 400 curiosos túmulos de arena y grava en forma de termitero, de unos 2.50 metros de altura y unos 90 de diámetro. Se encuentran túmulos parecidos, aunque en menor número, en el distrito de Paita, en el sur de Nueva Caledonia. En la isla de los Pinos la arena tiene un alto contenido de óxido de hierro, mientras que en la zona de Paita es rico en sílice. En ambos casos los túmulos están virtualmente desprovistos de vegetación.

A principios de los años setenta, cuatro de ellos fueron excavados por L. Chevalier, del Museo de Nueva Caledonia con sede en Noumea, la capital de la isla. Los túmulos son extraños ya de por sí, pero lo que Chevalier encontró en ellos lo era aún más. En el centro de tres de ellos descubrió una columna de cemento en posición vertical, y en el cuarto, dos de esas columnas paralelas. No aparecieron huesos, carbón vegetal ni ningún otro resto. Las columnas o cilindros, que van de 1 a 1.90 metros de diámetro y de 1 a 2.25 metros de altura, están hechas de un mortero de cal que contiene trozos de conchas. Mediante el radiocarbono se calculó su formación entre 10950 y 5120 a.C. El uso de argamasa de cal es algo inaudito antes del periodo clásico, unos pocos cientos de años antes de nuestra era, y, por lo que sabemos, el primer hombre llegó a Nueva Caledonia, desde Indonesia, hacia el año 2000 a.C.

Formación en la Isla de Pinos

La superficie exterior de los cilindros esta salpicada de fragmentos de grava silícea y ferrosa que parecen haberse adherido al mortero mientras éste fraguaba. Chevalier sospecha que las columnas fueron hechas vertiendo mortero en estrechos pozos abierto en lo alto de los montículos y permitiendo que se endureciese in situ. Por qué había de hacer alguien tal cosa (parece que se ha descartado un origen natural de las columnas) es un completo misterio. Y, dada la Parente edad de los cilindros y el hecho de que no hay indicios de vida humana o de otro tipo asociada a ellos, otro tanto ocurre con la índole de quienes los hicieron.

Playa de Nueva Caledonia

Fuente

INFO Journal, otoño de 1967

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