Espectros y Fantasmas
Las aguas tempestuosas del gran Banco de Terranova habían cobrado la vida de miles de pescadores con anterioridad, pero, con la muerte de un obrero durante su inspección final, la Charles Haskell marcó su destino
Entre 1830 y 1892 se perdieron uno 600 barcos y más de 3000 vidas en las traidoras y tempestuosas aguas del gran Banco de Terranova. Las víctima eran pescadores que buscaban bacalao en aquellos fondos helados y poco profundos, y la mayoría de ellos se ahogaron al chocar sus barcos en la fiera competencia por la pesca o naufragaron el los bajíos. Era un trabajo duro y exasperante, y los hombres, que arriesgaban la vida cada vez que salían a la mar, estaban alerta a cualquier tipo de presagio, bueno o malo, real o imaginado.
En 1869, la Charles Haskell , una graciosa goleta construida y equipada para la pesa de bacalao, estaba sufriendo la inspección final cuando un obrero resbaló en una escalera de la toldilla y se desnucó. No podía haber peor presagio, y el capitán que iba a mandar la Charles Haskell en su primer viaje se negó a navegar en ella. Durante un año nadie quiso tomar el mando del barco, hasta que finalmente un capitán llamado Curtis, de Gloucester, Massachusetts, aceptó el puesto.
Durante su primer invierno en el mar, notablemente riguroso, la Haskell pescaba junto con otro centenar de barcos frente al banco George cuando sobrevino un huracán. En la confusión, la Haskell embistió al Andrew Johnson . Ambos barcos resultaron con graves daños, pero la Haskell consiguió volver al puerto, mientras que el Andrew Johnson se perdió con toda su tripulación.
La Haskell había salido con bien, lo que parecía desmentir su fama, pero los pescadores no lo creyeron así: era demasiada suerte. La goleta debería haberse hundido con el Andrew Johnson, y el que se hubiera salvado había sido obra del Diablo.
Al final llegó la primavera, y con ella mejor tiempo y excelentes capturas. Una vez más la Haskell se hizo a la mar, para pescar a la altura de los bancos. Al sexto día, los dos pescadores que hacían guarda a medianoche quedaron aterrados: muchos hombres con los impermeables chorreando trepaban silenciosamente por la borda, mirando con ojos vacíos. Avisaron al capitán, y él y la tripulación vieron a los fantasmas instalarse sobre los bancos de los pescadores y hacer los movimientos de cebar y echar al agua sedales invisibles. Después, terminada su tarea y en fila india, los 26 marineros muertos volvieron a trepar por encima de la barandilla y regresaron a las profundidades del mar.
El capitán Curtis puso inmediatamente rumbo a puerto, pero pasó otra noche antes de llegar a tierra. De nuevo, a medianoche, los muertos treparon desde el mar a cubierta y representaron su espectral pantomima. Pero esta vez, cuando amaneció y la Haskell se acercaba al puerto de Gloucester, saltaron por la borda y formaron una muda y macabra procesión que se dirigió, mar adelante, hacia Salem.
Aquél fue el último viaje de la Charles Haskell, porque en adelante no hubo un solo hombre que quisiera formar parte de su tripulación, y, finalmente acabó deshaciéndose amarrada.
Fuente
Mary Bolté, Haunted New England: A Devilish View of the Yankee Past