Naturaleza
Un verano de 1955 mientras Edward Mootz se encontraba en su jardín, una extraña lluvia roja empezó a caer sobre su alrededor.
Ed Mootz estaba trabajando en el jardín de su casa de Boal Street, en Cincinnati (Ohio, E.U.A), a las 5:30 de la tarde del 22 de julio de 1955, cuando de pronto le cayeron en los brazos y las manos unas cuantas gotas de un liquido rojo y caliente. A los pocos instantes la lluvia roja caía a todo su alrededor. De la nube sobresalía una protuberancia oscura, y de allí caía la “lluvia” roja, precisamente en cima de un duraznero que había en el jardín.
“Miré arriba”, dijo el señor Mootz, “y cerniéndose sobre mi a unos 350 metros de altura estaba la nube más extraña que había visto en mi vida. No era muy grande, pero tenía colores muy extraños.
Eran verde oscuro, rojo y rosa, los colores de la sustancia que caía sobre mí y el árbol. Pude ver que, fuera lo que fuera lo que llovía sobre mí, procedía de aquella nube.
La observé durante un minuto tratando de dar con lo que era, y después empezaron a arderme los brazos y las manos donde me había caído las gotas. Incluso me dolían. Sentía como si me hubiese puesto aguarrás en una cortada. Corrí a casa y me lavé con jabón fuerte y agua caliente.”
De hecho, la “lluvia” parecía sangre. Era algo grasosa y pegajosa al tacto.
A la mañana siguiente, Ed Mootz descubrió que su duraznero se había marchitado junto con el pasto que tenía debajo, y toda la fruta se había secado en la rama.
No había aviones en la zona cuando cayo la lluvia, y parece poco probable que una fábrica de productos químicos pudiese producir una nube capaz de cernerse sobre un solo lugar durante varios minutos. Varios representes de las fuerzas aéreas vinieron a hablar con Mootz y tomaron muestras del árbol, la fruta y el pasto. Si descubrieron algo, se lo callaron, y la naturaleza de la lluvia siguió siendo un misterio.
Fuentes
The Cincinnati Enquirer, 28 de agosto de 1955
The Cincinnati Post, 3 de febrero de 1975